lunes, 10 de diciembre de 2007

SALMODIA

Mi ermita está bajo tus ojos.
En el ancho ruedo de tu sombra.
Desde aquí te envío mis himnos emocionados.
Mis cánticos en el coro de los cosmos.
Mi alma abre sus alas hacia ti.
Bajo la dulzura fulgurante de tu mirada.
Los trinos de la tarde acompañan mi alabanza.
Cuando la brisa danza con la acacia.
Al fondo el plumaje de fuego del ocaso.
Antes de hundirse en el oscuro azul de la noche.
Yo en Ti he esperado confiada como el pájaro
que entona su flauta en el ramaje del olivo.
Oh en tu palma pongo mi mejilla en esta hora.
Yo espero que tu aliento me levante como al águila.
Que cruza las montañas y no teme sucumbir.
Que tu pecho me abrigue, me conforte, me proteja.
Y me guardes en tu mano para siempre. Amén.
Ana María Veas
Quilpué, 10 de Diciembre del 2007.
16:52